martes, 28 de abril de 2015

Lo que el mar oculta




Y de repente, llama mi atención un espacio oscuro, del que emergen sonidos marinos y luces parpadeantes. Me decido a entrar, y me encuentro con un mar de sensaciones, con un juego audiovisual que me invade desde el primer instante en el que piso la sala. En su interior se esconden pequeñas vitrinas que contienen objetos de mobiliario común reducidos a pequeña escala; sofás de estética antigua, armarios acristalados, o un pequeño salón de té, se entremezclan con piedras, rocas y algas, en lo que parecen ser restos de un naufragio que te invitan a imaginar vidas en miniatura.


Avanzo en la sala acompañada por pequeñas pantallas que cuelgan de las paredes, en las que se aprecia el proceso de creación de las obras mientras suena de fondo el sonido de las olas, de la brisa combinada con la penumbra del espacio. Me detengo ante un estante cubierto de pequeños libros; microrrelatos dentro de un gran compendio, historias diminutas capturadas en papel.

Salgo de la estancia, confusa tras lo que acabo de ver, con la sensación de volver a la superficie, a la luz, a otro tipo de inmensidad, a la totalidad de lo obvio. Una metáfora de lo que esconde la profundidad del mar condensada, paradójicamente, en una de las salas más pequeñas del museo; el contraste de lo inabarcable del océano encerrado en un espacio reducido.


Se trata de La Piel del Mar, la nueva exposición que alberga el Museo de Arte Contemporáneo. La muestra, realizada por la artista Concha García, invita a descubrir objetos cotidianos vistos desde una perspectiva muy particular, casi metafórica e intimista, lejos de miradas intrusas. Se presenta mediante tres formatos: objetos a pequeña escala, un pequeño libro y una narración audiovisual. Los relatos, impresos y en movimiento, se dan la mano para contar una historia encapsulada en una habitación de reducidas dimensiones que, a modo de libro, guarda ocho microrrelatos: ocho visiones que se corresponden con un pequeño objeto escultórico, un libro y un fragmento audiovisual.

La piedra es el hilo conductor de la muestra. Una piedra que, en ocasiones, solo lo es en apariencia. Si se mira con atención, se descubre que es frágil, que está hecha de cerámica. La dureza de la piedra es utilizada para representar lo endeble; un binomio singular que se traslada a la piel fina pero firme que lo recubre todo. Un juego de apariencias reflejado en la mar en calma, ese aspecto inalterable bajo el que se ocultan galernas, mareas y tormentas.


Emoción, significado y sensibilidad, plasmados sobre piedra y papel, son los ingredientes que confluyen en una exposición que podrá disfrutarse hasta el 21 de junio en la sala 8 del Patio Herreriano, en el Museo de Arte Contemporáneo.

L.F.

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